Las sabias palabras y el testimonio
legado por nuestro señor destino,
estàn llenos de ternura y luminosidad,
y caen como gotas de rocìo en mi espìritu.
Mi espìritu agostado por el dolor
y los desengaños que deja la vida,
absorve el rocìo, como nectar suave,
buscando la felicidad espiritual.
Algunos la buscamos en falsos amaneceres;
placeres y apetitos mundanos de la materia,
que colman nuestros sentidos de ilusiòn,
y se van por el despeñadero de la decepciòn.
miércoles, julio 25, 2007
El legado
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